PROYECTO GUA/97/011
Informe Sobre Desarrollo Humano - Guatemala
TEMAS DEBATE SOBRE
LA DIMENSION PLURICULTURAL Y MULTIETNICA
DE GUATEMALA
Por: Estuardo Zapeta, M.A.
Antropólogo y Periodista
Predebate (Advertencias introductorias)
Este ensayo es un acercamiento a los diferentes puntos de debate sobre el que gira la cuestión étnica en Guatemala. Se parte aquí de la premisa que Guatemala es una Nación pluricultural, multiétnica, multilingüe, y multireligiosa. Lo que se discute, más que un tema entre y para “intelectuales”, es el futura de Guatemala, ya que el debate va creciendo para madurar posiblemente, junto con la economía, el sistema democrático liberal, y las relaciones internacionales en un mundo cada vez más globalizado, en uno de los tema más importantes en la historia contemporánea guatemalteca.
En este contexto, en el debate debe hacerse una diferenciación fundamental: Nación y Estado no son lo mismo. Por Estado se entiende una parte, la administrativa, de un ente mayor llamado Nación. Las relaciones equitativa y justas entre Pueblos se dan en el contexto de la Nación, y el Estado, en un caso ideal, sería solamente el reflejo de esas relaciones. Si la Nación, por citar un ejemplo, es mulitilingüe, el Estado sería un reflejo de esa realidad, y el gobierno, como administrador del Estado, estaría, en su conformación, apegado a esa realidad. En Guatemala esto no sucede. Ni el Estado, ni el gobierno como administrador del Estado, son reflejo de la naturaleza de la Nación.
El debate sobre la dimensión “pluricultural y multiétnica” de Guatemala se centra en, 1) la naturaleza de la Nación; 2) las relaciones --simétricas o asimétricas-- entre Pueblos dentro del contexto y naturaleza de la Nación; y, 3) el futuro y la reconfiguración de la Nación de acuerdo con sus características fundamentales; 4) el impacto que la implementación de los Acuerdos de Paz tengan sobre la Guatemala de la posguerra.
La lucha de los Pueblos Indígenas --Maya, Xinca y Garífuna-- debe contextualizarse dentro del debate de la Nación, y no solamente como una posición de un “grupo de interés” frente al Estado. Los indígenas son mayoría en Guatemala. Y es curioso que hasta esa aseveración se pone a discusión debido a que quienes han “contado” personas han pertenecido al grupo que controla el Estado, pero no la Nación.
Quienes representan al Estado ha sido el grupo conformado por la minoría étnica: el Pueblo Mestizo. Es importante señalar que para efectos de describir los principales puntos del debate se utilizan en este ensayo “Ladino y Mestizo” como términos similares para denominar al grupo considerado “no indígena”. De hecho, parte del debate étnico en Guatemala radica en el uso, en el contexto “sociocultural e histórico” de esas palabras. Sobre el uso de éstas existe desacuerdo.
La antropóloga Claudia Dary explica que “cuando se alude a la palabra ´mestizo´ se hace referencia a aquellas personas que nacieron como resultado de la unión de sangre española con la indígena, es decir, se habla en términos principalmente biológicos. En cambio, la palabra ´ladino´ alude a una realidad sociocultural.”(1)
El debate sobre la cuestión étnica se da también en el contexto de los cambios mundiales. La llamada “crisis de re-presentación” de la Cultura Occidental, ha dado a los pueblos indígenas un espacio y una oportunidad a nivel global. A esto súmese el avance de la globalización misma y sus cuatro grandes ejes --información, comunicación electrónica, economía de mercado libre, y Democracia como sistema político-- ha permitido introducir el tema indígena a nivel mundial.
En ese espacio-tiempo de la “aldea global” es, paradógicamente, donde los pueblos indígenas han encotrado la apertura para avanzar sus demandas y sus propuestas. Las comunicaciones electrónicas, por ejemplo, han hecho que los Pueblos Indígenas “sean vistos y escuchados” al mismo tiempo en los cinco continentes.
Guatemala es acaso el ejemplo más elocuente de las posibilidades que la lucha indígena ha encontrado en el proceso globalizador. La inicial resistencia a la globalización, la cual ha disminuido, sirvió como espacio para que las organizaciones de los Pueblos Indígenas alcanzaran un alto grado de cohesión, y desde ahí partir para metas más grandes.
En Guatemala esa resistencia indígena a la globalización y sus ejes han encontrado poco eco. Por el contrario, se observa que el Movimiento Indígena guatemalteco ha tomado los “ejes” de la globalización y los ha revertido y utilizado para lograr sus objetivos. Por eso, información, comunicación y mercado no son elementos extraños al movimiento indígena guatemalteco, sino solamente medios para presentar demandas más grandes como justicia, equidad, libertad, y autonomía.
Otro de las premisas sobre las que parte este ensayo está en una visión de Guatemala multiétnica a partir de una situación de posguerra. La era de la Paz y de la resolución de conflictos por “medios políticos” abre espacios reales para el dialogo Pueblos Indígenas-Estado sobre la naturaleza de la Nación y de posibilidades para la interculturalidad.
Se notará aquí también una discusión sobre la construcción de las identidades. Este acercamiento parte de la construcción de las identidad Maya y Ladina ya que han sido éstas las más estudiadas. Debido a que en los últimos cinco años se ha sostenido un debate público sobre este tema, y del cual el autor ha participado, se intenta solamente delinear los principales puntos expuestos sobre el tópico.
Además, se presenta una discusión sobre la Espiritualidad Maya, la cual ha tomado mucho auge público a partir de la resistencia a la celebración de los “500 años del descubrimiento de América.” Los puntos de este debate nacen de la posibilidad que dan los Acuerdos de Paz a un reconocimiento de dicha forma de explicar y concebir el universo.
Es este un ensayo reflexivo, producto de discusiones, entrevistas, experiencias y de la observación-participación. Se prentendo trascender la academia formal para establecerse en lo que ahora se conoce en antropología como “la nueva etnografía” (“The New Ethnography”) con su método el “periodismo profundo” (“Deep Journalism”).
Debate radical: “¿Indio o raza inferior?”, la tesis de Asturias
Era 1923 y el joven Miguel Angel Asturias obtenía el título de Licenciado por la Universidad de San Carlos de Guatemala. Su tesis, la cual podría ser descrita como uno de los primeros acercamientos al debate étnico en Guatemala, presentaba una especie de explicación de la cuestión indígena partiendo de un esquema “darwinista-social.” En esta visión la tipología de “razas” era de suma importancia, ya que por medio de ésta se podía establecer la posición del “indio” dentro de la escala social guatemalteca, la cual, según Asturias, era inferior a la de los otros grupos.
Decía Asturias al explicar “el problema indígena” que el indio siguía como antes, “olvidado” por parte de aquellos a quienes la nación confió sus destinos y por parte de los gobernados que “formamos la minoría semicivilizada de Guatemala (profesionales, estudiantes, comerciantes, periodistas, etc.).”
La tesis, titulada “Sociología Guatemalteca: El Problema Social del Indio” era un ensayo que partía de las características fenotípicas y genotípicas para explicar la realidad del “indio.” He aquí fragmentos de esas descripciones:
Cómo es un indio. Aspecto Físico exterior. A su cutis áspero, le da un aspecto lustroso la abundante secreción sebácea, que puede verse, sobre todo en las manos y en la cara. El cabello es de firme color negro, espinudo, como se le llama vulgarmente, y se extiende con toda regularidad sobre la cabeza,abundando hacia adelante, a la altura frontal. Recuerda una brocha.
Una fisonomía se suyo fea le dan: la nariz y la boca anchas, los labios gruesos, las comisuras hacia abajo, los pómulos salientes, el ojo oblicuo amortiguado, la frente estrecha y las orejas grandes y sencillas, con el lóbulo adherido en muchos casos. La estatura del indio es por lo común corta, sus manos proporcionadas y los pies anchos y largos. (2)
Y en lo que respecta a la “psicología” del “indio”, Asturias explicaba:
Psicología. Sentimiento moral, utilitarista; mentalidad relativamente escasa y voluntad nula. Es cruel en sus relaciones familiares; silencioso, calculador, no se deja arrebatar por la pasión ni el entusiasmo; ríe con una mueca terrible, es huraño y ve con los ojos helados de la malicia. Para el dolor moral o físico es muy poco sensible. Ve venir la muerte si miedo: valor pasivo, valor de sufrimiento: estóico. Los niveles intelectuales máximos a que llega son difíciles de marcar; pero sí se sabe que tiene la comprensión muy lenta y es terco. Habla español, perturbando fonéticamente el vocabulario, repitiendo las mismas palabras y con una sintaxis lamentable. Psicológicamente tiene aptitudes para abogado, político, militar y agricultor. También es notable su facilidad para imitar (cualidad de las razas inferiores) gracias a esta facilidad es hábil para la arquitectura y el dibujo; pero es incapaz de crear. (3)
Asturias proseguía con el argumento señalando la inferioridad racial del “indio”:
El individuo (indio) lleva pues, en las sociedades indígenas, una vida sin importancia, vegeta; y usando un símil, es como esa plantas que olvidadas se van secando en tierra sin removerse. Las bestias tienen más libertad.
Por alguna circunstancia puede no verse cuál de esos movimientos lleva una raza, un individuo o ser inferior cualquiera; pero ello no significa en manera alguna que la ley de la evolución deje de cumplirse. ¿El indio mejora o degenera?
Suponermos, pues, que un tipo primitivo sometido a la acción de un medio desfavorable para la vida, se desvía en sentido menos.
Al indio debe educársele con el propósito de cambiarlo de esclavo en hombre libre; de egoista en hombre útil a sus semejantes; de rudo para la vida en hombre apto e inteligente. Transformar el medio social indígena a base de educación es lo que aconseja el sentido común. Hacerlo pensar. Hacerlo sentir. Hacerlo accionar.
Eduquemos al indio en las ideas de solidaridad y cooperación . . . debe empezarse por enseñarles castellano; enseñar al indio en su dialecto es perjudicial. El indio es prototipo de del hombre anti-higiénico. (4)
Y concluía Asturias con una propuesta de mestizaje y “cruces” biológicos:
Sangre Nueva. He aquí nuestra divisa para salvar al indio de su estado actual. Hay que contrapesar sus deficiencias funcionales, sus vicios morales y sus cansancios biológicos. El estancamiento en que se encuentra la raza indígena, su inmoralidad, su inacción, su rudo modo de pensar, tiene origen en la falta de corrientes sanguíneas que la impulsen con vigoroso anhelo hacia el progreso.
Hágase con el indio lo que con otras especies animales cuando presentan síntomas de degeneración. El ganado vacuno importado la primera vez a la Isla de Santo Domingo, por Colón, en su segundo viaje, experimentó grandes decaimientos. El perro ha sufrido también modificaciones importantes; y como el perro algunas plantas. Para mejorar el ganado hubo necesidad de traer nuevos ejemplares, así para con el perro y así para con las plantas.
Cabe preguntar: ¿Por qué no se traen elementos de otra raza vigorosa y más apta para mejorar a nuestros indios?
Estudiando la inmigración etnológicamente, tres condiciones formula Le Bon para lograr un buen resultado: 1) que las razas sometidas al cruce no sean muy desiguales numéricamente; 2) que no difieran demasiado en sus caracteres, y 3) que estén sometidas por largo tiempo a idénticas condiciones ambientes.
Recordando los signos degenerativos del indio y la descripción que de su aspecto físico y psíquico se hizo, deben buscarse en las razas que se han de traer, las siguientes cualidades, sobre otras, para contrapesar sus deficiencias y defectos: talla y peso superiores; ochenta y dos grados de ángulo facial, aproximadamente; raza blanca, sanguíneo -- nerviosa (temperamento propio para las alturas y las zonas tórridas). Por lo que a la psicología se refiere, deben buscarse sentimiento de desinterés y ahorro, una sólida base moral en sus afectos familiares, carió por el campo, honestidad, dulzura y costumbres muy arraigadas de trabajo y honor. Razas agricultoras, poco amigas de la ciudad. En Suiza, Bélgica, Holanda, Baviera, Wutemberg y el Tirol, pueden encontrarse ejemplares que reunan las condiciones mencionadas. Para resolver el problema actual del indio, se necesita sangre nueva en sus venas. Sangre nueva, he ahí la divisa. El mal es profundo e innegable. ¿A dónde va Guatemala llevando a sus espaldas el peso muerto de su pueblo?. (5)
El objetivo de detenerse en la tesis de Asturias es ilustrar que la discusión sobre el tema indígena, y en especial sobre la dimensión pluricultural y multiétnica de Guatemala, no es de reciente surgimiento, sino que es una realidad a la que el país históricamente se ha enfrentado, dando respuestas de acuerdo con los vientos políticos e intelectuales dominantes. Esto nos advierte que el viento intelectual dominante en la actualidad es el de “multiculturalismo y diversidad”, y sobre ese es que ahora se hacen los acercamientos a la cuestión étnica.
Segundo, debe tomarse en cuenta que a través de la historia de Guatemala, los pueblos indígenas han sido tomado como “razas”, y éstas a su vez han sido equiparadas con “cultura.” Esto resulta en una incorrecta ecuación social en la que, como en el caso de Asturias, la biología determina la cultura. Por eso, no es extraño escuchar en el discurso guatemalteco, sea este indígena o mestizo, expresiones tales como “nuestra raza indígena”, o “los de la raza india.”
En el debate de la Nación, como se advierte en la introducción, debe abandonarse el concepto de “raza”, primero porque ser un concepto que ha salido de las ciencias sociales, y, segundo, porque no podemos equipararlo con el concepto de cultura. Será posiblemente por esas mismas razones que “ladino” es la palabra más común en Guatemala para identificar a los Mestizos, ya que hace referencia a características culturales, y no a las biológicas.
Los ejes del debate étnico
Los guatemaltecos, y sobre todo el Estado, han iniciado a reconocer que la Nación no es étnicamente uniforme. Se reconoce ahora la existencia de cuatro grupos étnicos diferenciados: Maya, Xinca, Garífuna y Mestizo. Esa aceptación ha quedado plasmada en los Acuerdos de Paz, de los cuales, el Acuerdo Sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas, reconoce que Guatemala está conformada por varios pueblos. (6)
También la ratificación por parte del Estado guatemalteco del Convenio 169 de la Organización Internacional de Trabajo, OIT, Sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes, ha sido uno de los factores que ha puesto el tema “étnico” en la agenda del Estado.
La aceptación de una Guatemala plurinacional ha nacido de varios factores:
1) Un Movimiento Indígena, principalmente Maya, que ha ganado fuerza y presencia, a nivel guatemalteco y a nivel global, en la discusión pública con base en una sólida organización a partir de Organizaciones No Gubernamentales Mayas, ONGs;
2) Un énfasis mundial en Derechos Humanos, sobre todo de Tercera Generación, o sea los Derechos económicos, políticos, culturales y sociales de los Pueblos;
3) La inclusión en los Acuerdos de Paz de un Acuerdo Sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas, y el debate causado por la ratificación del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, Sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes;
4) La resistencia simbólica a hechos y celebraciones como “los 500 años del descubrimiento de América”;
5) La presencia internacional y el otorgamiento del Premio Nobel de la Paz en 1992 a Rigoberta Menchú Tum;
6) El apoyo de cooperación y solidaridad que las comunidades indígenas reciben de países que comprenden la situación de desventaja en la cual se encuentran los pueblos indígenas de Guatemala;
7) La presencia de intelectuales mayas en, por ejemplo, la literatura y los medios de comunicación, principalmente los escritos;
8) La aparición de publicaciones (libros, semanarios, calendarios, periódicos, etc.) en idiomas Mayas.
Y aunque parece una paradoja, la violencia y la represión organizada principalmente por el ejército guatemalteco entre 1979 y 1989, produjo también un despertar entre los pueblos indígenas. Por el número de Mayas asesinados durante la represión era obvio el objetivo etnocida de la rerepresión militar.
En sus efectos sobre la organización y la estructura comunitaria, la represión afectó a cientos de comunidades que debieron huir al exilio para salvar su vida. Con este abandono de sus regiones, el tejido social, principalmente el relacionado con el valor de la palabra, el mérito de las ancianas y ancianos, y el respeto a un sistema de cooperación comunitaria fueron afectados. Y en las comunidades que no abandonaron sus regiones, las mismas instituciones indígenas fueron afectadas pero por el elemento de la desconfianza y el temor. El silencio mismo se convirtió en un mecanismo de defensa, y afectó a las comunidades Mayas debido a que la oralidad (contraria al silencio) es la forma común de comunicación.
A pesar de esas circunstancias, varias organizaciones indígenas lograron organizarse y consolidarse en el Altiplano, principalemente en las regione K´iche´ y Kaqchikel. El énfasis de estas organizaciones fue el desarrollo comunitario y el desarrollo cultural con énfasis en le identidad.
Con esto no se trata de argumentar que la violencia fortaleció al Movimiento Indígena, ya que el Movimiento es muy anterior a la época de la represión, pero sí se puede inferir que en circunstancias críticas --la represión es una de ellas-- los grupos oprimidos tienden a unirse y organizarse, posiblemente como forma de resistencia alternativa. El objetivo del ejército era principalmente la división interna de las comunidades indígenas, ya que los militares habían concluído que esas comunidades eran potenciales focos de consolidación guerrillera. Este fenómeno debe ser estudiado desde la dimensión de las estrategias y “las tecnologías sociales” que utilizan quienes se encuentran en desventaja para resistir a sus opresores.
Sin embargo, aunque han existido grandes avances en el reconocimiento de la naturaleza pluricultural y multiétnica de Guatemala, y aún a pesar de la misma represión, esos avances han sido mayores en el área cultural, y menores en el campo económico.
En éste último, la economía indígena sigue siendo considerada agrícola de subsistencia, aunque en ciertas regiones se ve ya el nacimiento de una incipiente economía indígena de agro exportación. Aquí cabe señalar que con las nuevas tendencias económicas mundiales --globalización, economía de mercado libre-- parece que son las comunidades indígenas, debido a que en la realidad nunca han formado de la economía del Estado guatemalteco, las que más facilmente asimiliarían conceptos y prácticas como “oferta y demanda” debido a que en su realidad de mercados comunitarios ese es el mecanismo que ellas han desarrollado a través de la historia.
Explica un editorial del suplemento Iximulew, “la economía Maya ha sido tradicionalmente entendida desd la generalización que todos los Mayas somos campesinos . . . existe un incipiente movimiento entre las comunidades Mayas que ha entendido que el Recurso Humano y el recurso intelectual pueden ser tan voliosos como el recurso tierra . . . De hecho, nuestros abuelos crearon una civilización económicamente sustentable y sostenible con base el el recurso intelectual (información), y en el recurso humano (poblaciones-Estados). Hoy no podemos siquiera afirmar que hemos tocado el nacimiento del mal llamado capitalismo, menos la Revolución Industrial. Nuestra economía es todavía de base agrícola-feudal” (7)
Parece entonces que es “la tierra” el tema más importante dentro del debate étnico-económico, aunque nace ahora una forma de ver “la economía indígena” como diversa, o por lo menos en proceso de diversificación. (8)
Y junto con la poca participación económica, se ve también la poca participación a nivel de la política nacional. Si bien se han logrado espacios políticos por parte de algunos indígenas, sobre todo a nivel de alcaldías municipales, la presencia indígena en los poderes del Estado --Ejecutivo, Legislativo, Judicial-- es bastante baja. De los tres, es en el poder Legislativo donde de los 80 legisladores podemos contar a seis indígenas quienes responden primero a la orientación filosófica de sus grupos políticos y no a su identidad indígena, aunque en su discurso privilegien su identidad.
De acuerdo con la Diputada Kaqchikel Rosalina Tuyuc, cuando iniciaba su gestión legislativa, “antes de nuestros partidos está que somos Mayas, entonces, si con los demás hermanos (los otros diputados indígenas) coincidimos en esta idea, yo creo que con un equipo de ocho hermanos mayas podríamos hacer algún trabajo, pero está por verse.” (9)
Y la Diputada K`iche` Manuela Alvarado explicó que “va a haber más lealtad al sentir, al pensar, al actuar de la población en general, pero en primer lugar al Pueblo Maya, aunque está el caso de la mujer, que un caso universal, y del ladino pobre que lucha y se esfuerza.” (10)
Por su parte, la Diputada Kaqchikel Aura Marina Otzoy, expresó que “tampoco vamos a crear una segregación, somos parte de Guatemala y eso tenemos que darlo a entender, y más que partidos políticos visualicemos la cuestión étnica antes de ser de uno u otro partido.” (11)
De la misma manera, los tres Diputados indígenas hombres han coincidido con las Diputadas en enfatizar lealtad a la identidad antes de un partido. Sin embargo, este deseo está todavía por evaluarse en el terreno de lo real.
Así, los factores para el debate de la Nación guatemalteca deben partir de la realidad que es en los campos culturales y de Derechos donde los pueblos indígenas han ganado espacios importantes. De los campos económicos y políticos vemos hasta ahora un tímido pero importante avance.
El debate sobre la construcción de las identidades
¿Indios o Ladinos, Mayas o Mestizos? es la pregunta sobre los cuales gira actualmente el debate sobre la identidad nacional guatemalteca.
“Y por qué tratar el tema de la identidad, y por qué preocuparse de la ´Identidad´ si al final eso podría dividirnos,” argumentan algunos mostrando desconocimiento de la naturaleza de la Nación guatemalteca. “Hablemos de cosas que nos afecten a todos . . . a los indígenas les gusta hablar tanto de eso de la identidad pero lo que realmente quieren es dividir a Guatemala,” concluyen.
El tema étnico, sin embargo, afecta a todos los guatemaltecos. Tomemos por ejemplo la Reforma Educativa, la Educación Bilingüe y la Educación Maya, o la oficialización de los idiomas mayas, o el reconocimiento de la Espiritualidad Maya, o la administración de la justicia en idiomas y regiones Mayas, y el derecho consuetudinario, y qué de los temas sobre territorio y autonomía. El debate sí afecta y afectará la estructura del Estado guatemalteco.
De hecho, el asunto de la Identidad, la etnicidad, y los temores que ésta crea se dan precisamente porque cada día crece la información que sobre esas implicaciones se tiene.
Pero más allá de lo puramente pragmático, de la pura aplicación, debe explicarse la cuestión de la Identidad, por lo menos en Guatemala, en contextos más amplios. El debate debe contextualizarse en algo más grande y poderoso: La Nación.
La Nación es en realidad el punto que en Guatemala se ha estado evadiendo, y las tácticas han sido muchas y sutiles. Una fue, por ejemplo, la negación de la existencia de “el Indio”, con una explicación marxista que concluía que el susodicho “indio” era un producto de la colonia, a raíz de modos y medios de producción controlados por los “no indios.” Estas explicaciones fueron presentadas con fuerza en el libro “ La Patria del Criollo.” Otra táctica fue la de disminuir al “Indio” a una “raza genéticamente degenerada” a la cual había que mezclar con otras razas mejores y más fuertes. El principal representante de esta postura fue Miguel Angel Asturias, y ésta fue discutida al inicio de este ensayo.
De hecho, la discusión sobre la “identidad” está supeditada hacia el tipo, la forma, y el “modelo” de Nación que se quiere para Gutemala. Es este el tema y la definición de la Identidad “nacional” como un reto fundamental para la “Construcción de la Nueva Nación Guatemalteca.”
Mayas y Ladinos comparten en los recientes cinco siglos historias paralelas. Por “paralelo” no debe entenderse “iguales.” Sin embargo, aún en relalciones asimétricas de poder, se ha compartido el mismo “tiempo-espacio” con diferentes concepciones del mundo, de la exitencia, del orden social, y del “yo.”
Los Mayas, concientes de la realidad regional y la realidad globalizadora, a través de sus organizaciones y su pensamiento, han contribuido enormemente a la discusión sobre la “identidad nacional.” Desde los sacerdotes Mayas (Aj´ Q´ijab´), los dirigentes comunitarios, los grupos de mujeres, las asociaciones dedicadas al desarrollo comunitario, los grupos de productores y comerciantes, hasta los grupos mayas dedicados a la producción intelectual, ponen todos sus ideas en la discusión. Desde la visión Maya se han creado también, propuestas para construir la nueva Nación. Esto, debe advertirse, es sólo el inicio de algo más grande, de algo más poderoso, de eso que los Ancianos llaman “el tiempo de la luz.” El debate sobre la identidad lleva un elemento profétido que debe tomarse en cuenta.
Por “tiempo de la luz” se entiende el tiempo en cual los Mayas tendrán más presencia, participación, y poder dentro de la nación guatemalteca. Durante las ceremonias Mayas se hace un énfasis en ese tiempo que, según los ancianos, “está empezando.”
Al interior del Movimiento Maya participan personas que respetan todas las propuestas, pero que no están de acuerdo con algunas de ellas. El Movimiento Maya no es homogéneo. De hecho, dentro del mismo Movimiento existen corrientes etnocéntricas que enfatizan discursivamente un elemento de “venganza histórica” y restituciones de, por ejemplo, tierra y territorio. De de estas corrientes, han salido los movimientos campesinos pro tierras, y más recientemente, los grupos que exigen al Estado “autonomía territorial y política.” La contradicción es obvia: mientras es identidad y la cultura como base del reclamo, es, en todo caso, al Estado al que se le están exigiendo las soluciones. Esa contradicción no ha sido resuelta.
Por el otro lado, “al exterior” del Movimiento Maya las reacciones que se reciben son fuertes acusaciones de “divisionismo, revanchismo, y racismo invertido.”
Pero ha sido esa actividad intelectual por parte de los Mayas, la que ha creado la discusión sobre la “identidad Ladina.” Es la escritora Marta Casaus Arzú quien ha explicado el problema existencial de la identidad Ladina con claridad :
Permítanme empezar con una reflexión personal y verbalizar una angustia existencial, no como forma de exculparme como guatemalteca mestiza y ladina, sino para justificar mi incapacidad de imaginar y tratar de reformular en otros términos propuestas creativas que nos permitan sentar las bases de una nueva nación en Guatemala, en el contexto de la Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas. Esa incapacidad es estructural --diría histórica-- de los ladinos guaetemaltecos y por ello se convierte en angustia.”
“Creo que los ladinos guatemaltecos nunca tuvimos un proyecto de nación ni nos propusimos siquiera imaginarlo, porque siempre consideramos que el ESTADO nos correspondía a nosotros y la NACION era algo inexistente o innecesario y, en el mejor de los casos, pertenecía a los INDIOS.”
“Nuestro problema, como grupo étnico y clase hegemónica, es que nunca reflexionamos sobre cómo construir una nación en el marco de un Estado Nacional y, como no lo hicimos en el pasado, no poseemos experiencias de las cuales partir, siendo también escasos los referentes sociales, históricos y políticos a los cuales acudir, y esto nos angustia, nos asusta y nos atemoriza.”
“Para los ladinos la NACION nunca fue un problema, por eso nunca reflexionamos sobre ella. Son pocas las reflexiones de pensadores guatemaltecos acerca de la construcción de una identidad nacional que no concibieran a EL OTRO como un bárbaro o salvaje, cuya única posibilidad de redención o de integración pasara a través de la ladinización, asimilación o hispanización, es decir dejando de ser INDIO.”
“Los ladinos, hemos buscado salidas homogeneizadoras o uniformizantes, a través de la conversión legal del INDIO en CIUDADANO, haciendo de ellos lo que Escalante denomina CIUDADANOS IMAGINARIOS o, en el peor de los casos, pensamos en soluciones etnocidas, en políticas de exterminio que erradicarían el PROBLEMA. Los brotes de temor, angustia, y las acciones del ladino por invisibilizar o exterminar al INDIO, como solución al PROBLEMA NACIONAL, o a la CUESTION NACIONAL, son sintomáticas; de modo que ahora, cuando los mayas elaboran su proyecto de NACION, o reconstruyen un modelo de NACION ETNICA frente al proyecto excluyente y racista de la NACION LADINA, nosotros empezamos a reflexionar sobre fórmulas intermedias que nos permitan replantear la NACION y repensar el ESTADO. Aquí surgen de nuevo los fantasmas del pasado: Los INDIOS quieren destruir el Estado (el que siempre ha sido NUESTRO); quieren formar uno nuevo o dividir el Estado-Nación; pretenden dividir la PATRIA (?), y, así, emergen nuevos mitos raciales o racialistas, basados en experiencias históricas del pasado. Esta no es la solución para afrontar nuestro problema...” (12)
Y conceptos como Democracia Liberal, y las posibilidades de ésta para la creación de la Nación, una Democracia multicultural, y una Ciudadanía Multicultural, en la que la diversidad sea riqueza, en la que la diversidad pueda estar unida, son puntos de encuentro entre Mayas y Ladinos.
En este sentido, Will Kymlicka en su libro “Ciudadanía Multicultural”, trata de demostrar que “las reivindicaciones de los grupos étnicos y nacionales son consistentes con los principios liberales de libertad individual y justicia social.” (13)
La discusión, al final, se centra en el método para que pueblos diferenciados dentro de una misma Nación alcancen una meta común.
El debate sobre la Identidad Ladina frente a la Identidad Maya
El tema de la “Identidad Ladina” es el que ahora emerge como contraparte de los avances del Movimiento Maya. En la mayoría de intelectuales Ladinos, debe reconocerse un espíritu honesto y una fructífera “curiosidad intelectual” al discutir la cuestión de la Identidad Ladina dentro del contexto de la construcción de la Nueva Nación guatemalteca. La indiferencia frente al tema se asoma, por supuesto, en otros. Y en Ladinos que ven en el Movimiento Maya una amenaza se puede notar mucho temor.
Dice Iximulew, “Actualmente es común mencionar al otro, al Ladino, en contraposición a lo que no es Maya, procedimiento estéril porque no parte de sí mismo, sino en relación al otro.” (14)
El tema de la Identidad Ladina ya no se puede evadir. Guatemala no tiene opción más que enfrentarlo con visión de futuro. La Identidad Ladina, si bien es de compleja definición, no se puede negar. Por eso, debe verse con mucha reserva a algunos que para desvirtuar y desviar el debate argumentan “racismo al revés” y explican que los Mayas están, en la discusión de la Nación, siendo precursores de “racismo del antirracismo.”(15)
Si en algo ha contribuido el Movimiento Maya (con sus grandes aciertos y a pesar de sus desaciertos), ha sido precisamente en poner como tema vital de la “agenda de construcción de la Nación guatemalteca” el tema de la “Identidad Ladina.” Y eso es bueno para Guatemala.
A los Mayas deben parecer normales la variedad de reacciones, aún esas que aparentan enfrentamiento. Después de todo, la cuestión de la Identidad Ladina, la que inicialmente surgió como periférica al tema de la Identidad Maya (e identidad “guatemalteca” en general), no es sólo un ejercicio de la antropología cultural, o una acción reservada para la cátedra universitaria, sino el tema central para la construcción del proyecto de Nación Multicultural.
El asunto Ladino implica el “toque” de hegemonías, de intereses, de privilegios, de mito-historias oficiales, de estructuras, de paradigmas, en fin, significa el “toque” y el reordenamiento del Estado mismo. Y eso es normal que produzca resentimientos.
Si bien el fenómeno de “lo Ladino” puede discutirse frente al fenómeno de “lo Maya” (o “lo Xinca”, o “lo Garífuna”), es impostergable también que la Identidad Ladina sea definida por los propios Ladinos. Esto, como algunos antropólogos argumentan, es bastante difícil debido a que, muy diferente a “lo Maya,” “lo Ladino” sufre de un alto grado de dispersión de los marcadores de Identidad. Ese es un problema que a los Mayas no les corresponde resolver, pero que dentro del contexto de la Nueva Nación Multiétnica con un posible sistema de Democracia Multicultural debe comprenderse a profundidad. La Identidad Ladina debe estar presente para definir la simetría en la futuras relaciones del poder.
De la misma manera que se ha explicado la Identidad Maya a partir de “lo maya” hacia “lo nacional,” así también creo que “lo Ladino” debe definirse a partir de “lo Ladino” hacia “lo nacional.” Después de todo, Mayas y Ladinos comparten un mismo territorio, y en muchos trozos de “espacio-tiempo” sus historias han sido paralelas. El futuro, no es extra decirlo, también lo vivirán en la misma “casa,” de ahí la trascendencia del tema.
Será tal vez por el temor subyacente que tiene el Ladino a enfrentarse a si mismo con Identidad propia que argumentando la “otredad” es, o parece ser, la única forma con la cual se acerca a la discusión de la Identidad Ladina. Por “otredad” se conoce al paradigma de “exclusión” que establece que si existe “A y B”, entonces “A” es “A” porque carece de los atributos de “B”, y “B” es “B” porque no tiene los atributos de “A.” Conclusión: “A” y “B” están diferenciados y se definen solamente por mutua exclusión y en contraposición.
No se puede intentar una definición de la identidad Ladina a partir de la exclusión de atributos. El resultado de esa exclusión sería algo así: “Se es Ladino porque no se es Maya, y se es Maya porque no se es Ladino.” Debe señalarse que esa es precisamente la lógica que lleva a un proceso de “ghettoización” de las sociedades multiculturales como la guatemalteca. La “otredad,” obviamente, no es el camino más plausible.
Otro temor Ladino es el de la “pureza.” Éste parte de la falsa idea que establecía que “Mayas están alegando pureza.” Eso es falso. Los Mayas no han argumentado “pureza.” Lo que sí han argumentado es descendencia, o sea, la formación de la Identidad Maya fundamentada en marcadores como la cosmovisión compartida, memoria histórica, idiomas de un tronco lingüístico común, historia compartida, un mismo espacio en el tiempo (territorio), sentido de pertenencia, y, entre muchos otros, el sentido de auto-identificación, ya sea que éste se presente con los adjetivos “natural”, “indio”, “kawinaq”, Indígena, o Maya. Por eso, en la definición de la Identidad Ladina, la cual harían los propios Ladinos debe salir de la discusión esa ilusión de la “pureza.”
Si el Ladino va a definir su propia Identidad siguiendo la metodología que utilizan los Mayas, tendrá suficientes razones para eso, para estar inquieto, para frustrarse, y eso es lo que da como resultado que se culpe al Maya, y a los avances del Movimiento Maya por esa frustración.
Otro artificio es el de argumentar que la definición de la Identidad Ladina no es necesaria porque aquí todos son “guatemaltecos.” Para esto todos (no sólo Ladinos) los que habitan este territorio tendrían que estar de acuerdo con la aceptación de la existencia del ente llamado “Guatemala,” para luego discutir lo “guatemalteco y la guatemalidad.”
En todo caso, nos dirigimos hacia la construcción de la Nación guatemalteca, y precisamente en esa construcción es que se necesita que se defina la Identidad Ladina. O sea que “lo Ladino” , tanto como “lo Maya, lo Xinca, lo Garífuna y lo global”, es prerequisito para entonces aproximarse a “lo guatemalteco.” No es al revés.
Es aquí entonces donde el debate Maya-Ladino evoluciona para discutir y establecer relaciones de interculturalidad.
El debate sobre la Identidad Indígena
Cómo entonces se define lo indígena en Guatemala, y sobre todo, la identidad indígena que es es su mayoría Maya. Esto se hace a partir de marcadores de identidad de pueblos. De éstos se toman la historia común, idiomas de una misma raíz lingüística, territorio común, una autoidentificación propia, y una cosmovisión (espiritualidad) propia, como los pilares de de la identidad Maya. Así, historia, territorio, lengua, autoidentificación y espiritualidad son los elementos que deben verse linealmente a través del tiempo y el espacio para establecer la identida Maya. (16)
Por eso, para quienes preguntan si los Mayas de hoy son “verdaderos Mayas”, la remisión a los cinco marcadores identitarios debe ser obligatoria. Pero el problema no radica en que si los supuestos Mayas son o no son Mayas. El problema radica en la dificultad de admitir que los Mayas existen y que sobre esa existencia es que están teniendo logros.
Otra dimensión, poco estudiada dentro del debate de la identidad Maya, es la política. El mismo uso de la palabra “Maya” debo reconocerse también como una “bandera” política válida para los pueblos que buscan formas creativas de resistencia cultural. Por eso, el Movimiento y la identidad Maya deben ser debatidos a partir del componente cultural, y éste debe sumársel el componente político. En décadas anteriores el Movimiento Indígena tuvo pocos logros debido precisamente a que su énfasis era puramente economicista, influenciado fuertemente por una explicación marxista de las relaciones económicas y de poder entre pueblos.
En este sentido, el discurso indígena como tal, ha alcanzado éxitos en la década de los 90s comparativamente con una o dos décadas atrás. Y de esos logros ha salido fortalecida la identidad indígena, principalmente la Maya, ya que en el campo de “lo Xinca” y “lo Garífuna” queda todavía mucho por hacer. Tanto el incipiente Movimiento Xinca como el Garífuna están adoptando la metodología y la fuerza del Movimiento Maya para avanzar sus demandas. Éstos, por ser minoritarios, no ha enfrentado la resistencia Mestiza enfrentada por el Movimiento Maya.
Los logros del Movimiento Maya son más visibles en el campo cultural y en el campo de los Derechos Humanos. Así, las actuales discusiones sobre la oficialización de los idiomas Mayas, o el reconocimiento por parte del Estado de la Espiritualidad Maya, o la inclusión de la identidad y los Derechos Indígenas en un Acuerdo de Paz, o el nuevo énfasis en estudios de la cultura Maya a nivel universitario, son sólo muestras de esos logros. Y en el campo de los Derechos, ha sido el Movimiento Maya el que primero se ha lanzado a proponer Reformas a la Constitución de la República en las cuales se reconozcan los Derechos de los Pueblos. La misma organización de ONG´s Mayas para diferentes objetivos comunitarios de cooperación, se percibe como un logro del Movimiento.
Es precisamente de esa cooperación que la Nación guatemalteca saldrá fortalecida. Es de esperar, sin embargo, fuertes reacciones por parte de sectores Ladinos, quienes ven en los avances indígenas la pérdida de privilegios.
El debate sobre los Acuerdos de Paz (los ejes del Acuerdo Indígena)
Los Acuerdos de Paz, firmados entre le Gobierno de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, URNG, son compromisos políticos por medios de los cuales se puso fin a un enfrentamiento armado que duró 36 años. Estos Acuerdos intentan cambiar el Estado guatemalteco, pero no discuten, sino sólo someramente, la cuestión de la Nación.
Es el gobierno de Guatemala el comprometido a operara todos los compromisos de los Acuerdos de Paz. De hecho, los compromisos pueden identificarse en los Acuerdos a partir de todos los puntos que principian con la la frase “El gobierno se comprometa a . . .”
Dentro de los 12 Acuerdo firmados, el que intenta proponer nuevas formas de ver la Nación guatemalteca es el Acuerdo Sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas. Este Acuerdo tiene como finalidad combatir la discriminación, y para hacerlo propone formas de reconocimiento de los Derechos culturales, económicos y sociales de los pueblos indígenas de Guatemala.
Para esto propone el establecimiento de tres Comisiones Paritarias --de Reforma Educativa, de Temas referentes a la Tierra, y de Participación Indígena a Todos los Niveles-- y dos Comisiones especiales --de Oficialización de Idiomas Indígenas y de Espiritualidad Maya.
Una Comisión Paritaria está definida como un grupo compuesto por igual número de representantes del gobierno e igual número de representantes de organizaciones indígenas. Estas Comisiones tienen como tarea la discusión de propuestas por medio de las cuales lleguen a un consenso en sus diferentes campos.
De la propuesta presentada por el Acuerdo Indígena resalta la de Reforma educativa, la cual gira sobre 10 ejes de discusión, los cuales son aplicables no sólo para el campo de la educación, sino en toda la discusión de la Nueva Nación. Esos ejes son:
1) descentralización;
2) interculturalidad;
3) calendarios paralelos;
4) programas educativos culturalmente pertinentes;
5) relaciones en espacios bilingües y mulitilingües;
6) presupuestos equitativos;
7) la comunidad como centro de poder;
8) la administración local con pertinencia cultural como representación del Estado;
9) regionalización por áreas lingüístico-culturales; participación ciudadana;
10) un nuevo Estado que refleje fielmente la naturaleza multicultural de la Nación.
Dentro de los Acuerdo de Paz la propuesta de Reforma Educativa es la que debe guiar toda la metodología de las relaciones interculturales para Guatemala. Este es un debate de implicaciones de largo plazo.
El debate sobre los Idiomas Mayas y la Educación Bilingüe
Fuertes discusiones está causando la discusión sobre la “Oficialización de los Idiomas Mayas de Guatemala.” Y no es para menos, si lo que se discute es, no sólo los cambios al artículo 143 de la Constitución, sino también las posibles modalidades de oficialización, o mejor dicho, de co-oficialización de los idiomas de la familia mayence. La discusión, desafortunadamente, no ha “bajado” a nivel de las comunidades lingüísticas sino que se ha limitado a unos pocos lingüistas e intelectuales indígenas.
La oficialización de los idiomas mayas afectará, por mencionar algunos, los servicios educativos, la administración de la justicia, los medios de comunicación, los servicios de salud. Por eso es importante discutir abiertamente los “pros” y los “contras” de todas las propuestas que hasta el momento se conocen.
Éstas se pueden dividir en cuatro grendes modalidades de oficialización:
1) que la Constitución reconozca como oficiales a nivel nacional a todos los idiomas mayas;
2) que la Constitución reconozca como oficiales a nivel regional (o sea, comunidades lingüísticas) a todos los idiomas mayas;
3) que se invente, o que se pueda “crear” un idioma común a partir del “proto-maya”; y,
4) que la Constitución reconozca a UN sólo idioma maya como “co-oficial”, o sea, al mismo nivel del castellano, y que el resto sea reconocido como “oficial” a nivel regional.
La posición oficial de la Academis de Lenguas Mayas de Guatemala, ALMG, es por la opción que reconoce al castellano como idioma oficial, y a los idiomas indígenas como oficiales en su territorio. Esta propuesta de la ALMG presenta un grave error político porque esta institución, maya en su naturaleza, no debe ratificar al Castellano como el idioma oficial o nacional.
Existe un incipiente acuerdo a que se co-oficialice un idioma maya junto al castellano, y que los otros idiomas mayas sean oficiales en sus regiones.
Esto nos lleva a las preguntas obligatorias: ¿cuál idioma debe co-oficializarse?, ¿quién determinará las fronteras lingüísticas para las diferentes regiones?, y ¿qué hacer con las fronteras lingüísticas?
Esta discusión llevará obligadamente al asunto de territoraliedad, y ese es un tema bastante fuerte para un país y un gobierno que tradicionalmente no discute el tema de la territorio y la autonomía regional. Esa preocupación es natural. De hecho, quien más debería estar preocupado es el mismo gobierno, porque cualquier cambio al artículo 143 de la Constitución implicaría una re-ingeniería del país guatemalteco.
Por ejemplo, el sistema de “departamentos y municipios” no sea el más funcional para la realidad lingüística, o posiblemente el sistema educativo se vea obligado a regionalizarse por comunidades lingüísticas, y lo mismo suceda con la administración de justicia y con los servicios de salud.
La “re-territorialización” de Guatemala solamente ha sido planteada a partir de las fronteras lingüísticas, y más recientemente a partir de fronteras culturales y regiones climáticas; pero ha sido la propuesta “etno-regional- lingüística” la que ha tenido mayor aceptación.
El gobierno sí ha comprendido las implicaciones de las decisiones de esta comisión; las organizaciones indígenas, desafortunadamente, no. Pero esa discusión, en todo caso, está sujeta a la discusión de las reformas constitucionales.
Y una de esas implicaciones radica en un nuevo sistema educativo acoplado a a la realidad multilingüe de Guatemala. Así, en ese campo es el único en donde el Estado tiene una política definida por medio de la Dirección General de Educación Bilingüe, DIGEBI. Sin embargo, que un ente como este dependa totalemente del Estado antes que de los pueblos interesado ha sido cuestionado, y catalogado como “indigenismo.” O sea, la fase previa a los procesos de castellanización.
Al debate sobre la Educación Bilingüe Intercultural ha entrado la Educación Maya. Un nuevo concepto que parte de la comunidad y la familia como fuente de conocimiento y de aprendizaje. En esta idea “la escuela” queda relegada a mero punto de encuetro, de intercambio cultural de los procesos con los que todos los educandos han sido culturalemente equipados.
El debate sobre idiomas Mayas y Educación se centra actualmente sobre si es realista que un niño pobre tenga educación en dos idiomas, cuando uno de esos (el idioma Maya) ha sido asociado con “retraso y pobreza.” Por el otro lado, el argumento biológico-cultural explica que entre más estructuras mentales maneje un niño estará mejor preparada para dar posible soluciones a un mismo problema, o por lo menos más que un niño monolingüe.
También se debate el hecho que el Acuerdo Indígena obliga solamente a los niños indígenas a tener una educación bilingüe (Maya-Castellano) mientras que a los niños Mestizos sólo les propone una educación “intercultural.” Ese punto ha diso el más discutido en la Comisión Paritaria de Reforma Educativa y no se ha logrado consenso.
Por eso, las implicaciones de la oficialización de los idiomas Mayas, y las modalidades de esa inminente oficialización, afectan directamente el sistem educativo, por no decir toda la administración estatal, y a la “re distribución territorial.”
El debate sobre la Interculturalidad
La noción equivocada de la interculturalidad propone que ésta es una característica y hasta un obligación solamente para los pueblos indígenas de Guatemala. Esa equivocada argumentación establece que los únicos “étnicos” en Guatemala son los indígenas, y que el resto de la población es, pues, algo más, pero que no se sabe qué, y que no le interesa saber qué es, porque “todos” se conforman con ser “guatemaltecos.”
Para esto, quienes argumentan por una “guatemalidad” para todos, utilizan las simbologías del himno nacional, de la bandera con pergamino, de ceibas y mojas blancas, y toda una construcción imaginada de una comunidad que no ha alcanzado su cohesión nacional.
Según la antropóloga Linda Asturias de Barrios, “las políticas pluralistas propician la interculturalidad. Ésta es una interacción cultural entre grupos étnicos distintos mediante la cual unos y otros conocen y respetan mutuamente sus culturas. La interculturalidad propicia las realciones armónicas y equitativas entre culturas, así como el enriquecimiento cultural de las personas que no sólo practican con libertad la cultura de su grupo, sino además conocen y respetan las culturas de otros grupos étnicos de la sociedad mulitilingüe y pluriétnica a la cual pertenecen.” (17)
La interculturalidad se define inicialmente como un proceso de constantes relaciones entre dos o varios Pueblos culturalmente diferenciados que comparten un territorio común, historias paralelas, y que pretenden proyectarse hacia el futuro de manera unida y pacífica con un proyecto de Nación definido.
En el caso de Guatemala, y en el caso del Pueblo Maya (muchos ladinos no están de acuerdo con el uso del adjetivo Maya), es desafortunado que “constantes relaciones” que se mencionan en la definción, sobre todo en las “relaciones de poder”, se den de manera “A-simétrica.” Esto es, el Estado, como tecnología de poder, ha servido para justificar una hegemonía que, en la era poscolonial, ya no tiene sentido.
A quienes hablan de las “etnicidades” guatemaltecas (ya sean Mayas o Mestizos) se les acusa de racistas y divisionistas. No se puede, sin embargo, “dividir” lo que jamás ha estado unido. De hecho, el racismo hegemónico guatemalteco ha tomado históricamente las diferencias y las ha exacerbado para justificar su dominio. Y así, ha quedado el Estado para los mestizos y la Nación para los indígenas. Esas son las relaciones “A-simétricas” de poder entre pueblos.
Eso es lo que dificulta el proceso de interculturalidad. De hecho, es en la Democracia Liberal, casi el único espacio político donde se percibe con más amplitud las posibilidades de relaciones interculturales positivas. Son los izquierdistas y centralistas, con una visión de homegeneización cultural, quienes se oponen a abrir espacios en donde puedan ampliarse y enriquecerse las oportunidades para el proceso intercultural.
El proceso intercultural “involucra” no solamente a Mayas, sino también a los mestizos, y a los Xincas y a los Garífunas, y a todos los que ven en Guatemala las posibilidades de crear una Nación.
Sin embargo, a la propuesta sobre la posibilidad de relaciones interculturales entre pueblos ha surgido una posición bastante interesante. Ésta explica que las relaciones interculturales sólo se pueden dar cuando las culturas en el proceso se encuentra en iguales circunstancias. Y añade que en el caso de Guatemala esas relaciones son poco probables, o casi imposibles, porque aquí los pueblos no están en iguales condiciones para proceder a relaciones interculturales positivas.
La idea central de esa propuesta radica en el hecho que antes de hablar de relacionar culturas debemos debatir el “nivelar” culturas, para pasar, entonces, al proceso intercultural. Esta posición parece seguir con la denuncia de injusticia y discriminación que viven los pueblos indígenas, pero no presenta alternativa alguna al proceso intercultural. Es una visión bastante pesimista que no ve al futuro de la Nación guatemalteca.
Junto a esta posición se encuentra otra que ve en choque de culturas la única posibilidad de crear una Nación intercultural. De hecho, los defensores de esta posición argumentan que de ese “choque” debe salir una verdadera Nación no “inter”, sino “multicultural” en su naturaleza. Es esta una metodología dialéctica para acercarse a la interculturalidad.
De estas visiones de la interculturalidad (o multiculturalidad) saldrán las propuestas para la conformación de la nueva Nación gutemalteca.
El debate sobre “lo étnico, lo popular”
Se empieza a notar un cambio importante dentro del Movimiento Indígena guatemalteco. El “discurso indígena” ha evolucionado de un fuerte “populismo,” el cual limita a todos los mayas en campesinos, hacia una propuesta más inteligente, más elaborada, más propositiva de lo que la Nación guatemalteca debería ser. Que el Movimiento Indígena saliese de esa explicación marxista “campesino/proletaria” es sólo un paso lógico para continuar con el debate de la Nación.
Se pueden distinguir por lo menos cuatro expresiones “indígeno-políticas” dentro del Movimiento. La primera es la que se ha denominado “populista”, cuya principal expresión eran grupos (algunos guerrilleros) que se distinguían por el clásico discurso de “500 años de opresión y explotación.” El resultado de este grupo ha sido alimentar los temores de “el otro.”
La segunda expresión, fuerte por cierto, eran las “orgnizaciones indígenas progobiernistas”, o sea esas que representaban los intereses del grupo de poder, entre las cuales se pueden mencionar al Fondo Indígena de Guatemala, FODIGUA, la Academia de Lenguas Mayas de Guatemala, ALMG, y la Dirección General de Educación Bilingüe, DIGEBI. Estas organizaciones dependen directamente del financiamiento del Estado.
El tercer grupo era el que defendía un “etnicismo radical.” Este incluía a parte de los indígenas esotéricos que trataban de “mercadear” con la cultura y la espiritualidad maya. Para éstos sólo “lo Maya” contaba, y lo de los otros Pueblos era visto como “invasión.”
Y el cuarto grupo era el de los “culturalistas” conformado principalmente por una élite de académicos indígenas (dentro de estos están incluídos “los desarrollistas comunitarios”). Este grupo es el que actualmente está al frente del Movimiento Maya debido a que, tradicionalmente, el “populista” había dominado el discurso, sobre todo, en la lucha por la “tierra y la reforma agraria.”
El grupo “culturalista” (intelectuales mayas) es el que más ha aportado para el avance de las demandas indígenas. El tema principal de este grupo es la “identidad y multiculturalidad/interculturalidad” y las posibilidades de construir una Nación guatemalteca. Si bien es éste un grupo reducido, también es urbano, intercultural, pragmático, que puede con toda facilidad comunicarse con los factores de poder con facilidad, y con los medios de información, con las comunidades, con los organismos internacionales, y con los otros grupos del Movimiento Indígena.
A su vez, el grupo de los “indígenas culturalistas” maneja gran cantidad de información, y este manejo le permite crear más información para reclamar cierta cuota de poder. Es pues importante, desde una perspectiva de análisis discursivo, y para entender el debate “étnico-popular-intercultural”, estudiar la evolución del Movimiento Maya a partir de sus expresiones internas.
Es importante también comprender que, a pesar de la diversidad interna, los puntos de convergencia entre las expresiones indígenas son mayores. Así, todos los grupos están de acuerdo con una defensa del Derecho a la Identidad Maya, todos también defienden procesos como la descentralización y el papel de las comunidades en el desarrollo local.
El debate sobre el Orden Jurídico Indígena y la Espiritualidad
Partiendo del entendimiento que como pueblo indígena diferenciado el Maya tiene sus propias lógicas de ordenamiento social, se puede comprender entonces que paralelo a las historias y las identidades, los pueblos indígenas han tenido una forma propia de establecer sus normas sociales.
La relación entre Espiritualidad y la Norma son directas. De hecho, forman parte del mismo todo llamado “Cultura.” (En la cultura Occidental estos entes están diferenciados dentro de una sociedad, y se les describe como instituciones).
Derecho Consuetudianario es la descripción que se usa para esa formas. Orden Jurídico se propone como alternativa. Y esto porque que la lógica del Derecho es en esencia una sistematización de lo legítimo, que no es necesariamente lo legal.
Esos mecanismos del Orden Jurídico Maya pueden resumirse así:
1. El Derecho Indígena, a diferencia del Derecho Romano, está integrado en la cultura, y com tal debe comprenderse dentro de un todo. El Derecho Romano hace una separación del Derecho y de la Cultura.
2. La “palabra” es el principal medio contractual, y de ésta emanan las normas que rigen la comunidad. En el Derecho Romano lo escrito tiene preeminencia sobre lo “hablado.”
3. La transmisión de la norma, debido a que está integrada en la cultura y emana de la la palabra, se hace a través de medios orales, principalmente intrafamiliares de abuelos a hijos y nietos.
4. La “vergüenza” y el la amenaza de castigo social (expulsión, por ejemplo) son fuertes presiones para no cometer delitos. De hecho, el mecanismo de la verguenza afecta no solamente al que viola la norma, sino también a su familia la cual es por definición extendida. La vergüenza de uno es la vergüenza de toda la familia. (18)
De esto se deduce precisamente la relación directa entre espiritualidad y Orden Jurídico. La espiritualidad se transforma en uno de los diseminadores de la Norma. Y la norma se legitima por el valor espiritual añadido.
De hecho, el actual debate sobre el cumplimiento de los Acuerdos de Paz, principalmente el Acuerdo Indígena, gira sobre cómo hacer compatibles dos sistema jurídicos diferentes, y cómo hacer respetar por medio de la ley una espiritualidad que hasta hace poco no era reconocida.
Y con la espiritualidad surge todavía un debate más agudo: ¿debe el Estado reconocer la espiritualidad Maya? y si lo hace, ¿estaría privilegiando a una espiritualidad en detrimento de otras?. También se cuestiona la intromisión del Estado en los asuntos de la cosmovisión Maya si llega éste a reconocerla constitucionalmente. Y qué de la separación entre el Estado y la Iglesia, cualquier “iglesia” entendida como un sistema de creencia en el cual cabe bien la misma espiritualidad Maya.
Así, ese debate apenas empieza, y en éste no debe olvidarse que espiritualidad y orden jurídico, tanto como cultura, van íntimamente ligados.
Epílogo: El debate sobre la Nación
Si Guatemala alcanzará el sueño de construir la Nación y en Estado que refelje fielmente esa Nación, será una tarea a largo plazo, y en todo caso incierta. Pero que la construcción de esa posibilidad ha iniciado no existe duda por parte de las organizaciones Indígenas.
Ya el uso de conceptos como multicultural y multiétnica dicen bastante sobre lo que se está proponiendo para la nueva Nación guatemalteca. Pero el debate no es sólo de términos y de conceptos. Es también de propuestas de reconfiguración de un país que muchos creen fue incorrectamente concebido.
Las propuestas más radicales que abordan el tema de la Nación hablan de “autonomía” de las regiones Mayas. Otras se limitan a meros procesos administrativos de descentralización, y otras propuestas proponen solamente una reconfiguración del Estado como ente administrativo centralizado bajo la descripción de “modernización.”
En cualquier caso, los frentes que deben observarse no son solamente haci la parte indígena, sino con mayor atención hacia el grupo Mestizo; uno, por su posición de poder, y, dos, por su pérdida de espacio político y económico que podría representar una posición defensiva y reactiva.
Por otro lado, lentamente las demandas indígenas dejan de ser meramente indígenas para convertirse en demandas nacionales. Y eso es importante para el debate porque ya no limita las repercusiones de las decisiones y las luchas políticas a lo “Maya-rural”, sino que lo eleva al plano de lo “Nacional-Maya-Urbano-Rural”, que es donde se debe discutir la nueva Nación.
Se observa que poco a poco la cuestión étnica está pasando a ser cuestión de Estado y “también” cuestión del Mestizo. Y no que deje de ser indígena, sino que el Movimiento Maya, con sus diferentes debates, su evolución y sus propuestas, ha obligado a “el otro” a re-pensar, a imaginar una Nueva Nación guatemalteca.
Será acaso cuando Guatemala se identifique como Nación ricamente diversa y graníticamente unida que se habrá alcanzado las bases para el pleno desarrollo. Mientras tanto el camino por recorrer es largo.
El Acuerdo Sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas establece por lo menos 63 compromisos y acciones por parte del gobieno con los pueblos indígenas.
Según un análisis de contenido del Acuerdo elaborado por el Centro de Estudios de la Cultura Maya, CECMA, estos 63 compromisos gubernamentales requerirán acciones puntuales las cuales pueden clasificarse en tres grandes áreas:
1)cambios en la leyes y normas de la república;
2)programas y proyectos;
3)respuestas institucionales.
Así, el Acuerdo indígena exige por lo menos 13 cambios de leyes y normas vigentes, 27 programas y proyectos, y 23 respuestas institucionales por parte del gobierno guatemalteco. (Vea Anexo)
Estos compromisos hacia presentan una disyuntiva ante el Estado guatemalteco: ¿Cómo elevar lo meramente indígena al nivel de lo nacional? O sea, ¿Cómo hacer que las demandas de los Pueblos Indígenas, sin dejar de ser indígenas, trasciendan lo puramente étnico, para establecerse como políticas del Estado guatemalteco?
Si bien el Movimiento Indígena guatemalteco ha logrado algunos avances en materia de reconocimiento de Derechos, y ha tenido en algunos casos, como en el del Acuerdo Indígena, limitada respuesta positiva, el mismo se ha auto-limitado a lo estrictamente indígena.
El reto que ahora se presenta en la evolución propositiva del movimiento indígena independiente la cual debe enmarcarse dentro de lo nacional, sin dejar de ser indígena en su concepción.
En este sentido es que el Acuerdo indígena no debe tomarse como un limitante o un elemento divisorio del proceso de construcción de Nación guatemalteca, sino que debe concebirse como una oportunidad de tomar las demandas indígenas para convertirlas en demandas nacionales.
En aislamiento, en exclusividad, y en reducción étnica, el Movimiento indígena no tiene futuro. Aún peor, resultado del exclusivismo indígena pueden ser reacciones violentas del sector ladino, el cual, aunque es minoritario (pero hegemónico), podría ver una amenaza en demandas reducidas solamente para los pueblos Mayas. En la pluralidad de la futura nación guatemalteca --diversa y unida--, las demandas ladinas tendrán que ser consideradas también como nacionales.
En la implementación de las 63 acciones y compromisos gubernamentales del Acuerdo Indígena los sectores del Pueblo Maya (el mayoritario) deben, en una visión integral, incluir lo ladino o lo mestizo como elemento de complementariedad. El espíritu del Acuerdo indígena es la eliminación de la discriminación, y el diálogo respetuoso que todas las culturas de Guatemala pueden establecer.
Se propone, entonces, que desde ahora la construcción de un todo nacional prevalezca sobre las bases de partes étnicas fortalecidas. Las Comisiones Paritarias puede ser el primer paso positivo para construir la Nación guatemalteca, pero no el único.
Que esta propuesta sea el seguimiento del debate.
REFERENCIAS
(1) Dary, Claudia. “Historia del Mestizaje”, Prensa Libre, Suplemento IDENTIDAD, No. 17, sept. 1995, p.4.
(2) Asturias, Miguel Angel. Sociología Guatemalteca: El Problema Social del Indio. Guatemala: 1923, p. 21. Tesis de Graduación, Universidad de San Carlos De Guatemala.
(3) Ibidem, p. 22.
(4) Ibidem, p. 27.
(5) Ibidem, págs. 52-55
(6) Acuerdo Sobre Identidad Y Derechos de los Pueblos Indígenas. México, 31 de Marzo de 1995.
(7) Editorial. “La Economía Maya Construye Guatemala”. Siglo Veintiuno. Suplemento IXIMULEW. 7--VII-1996.
(8) “Tierra: La Piedra en el Zapato”. Siglo Veintiuno. Suplemento IXIMULEW. 29--II-1996, p. 5.
(9) Siglo Veintiuno. Suplemento IXIMULEW. 30--I-1996, p. 5.
(10) Ibidem.
(11) Ibidem, p. 6.
(12) Casaus A., Marta. Ponencia para el Primer Congreso de Estudios Mayas. Guatemala, agosto de 1996.
(13) Kymlicka, Will. Ciudadanía Multicultural: Una Teoría Liberal de los Derechos de la Minorías. Paidós: Estado y Sociedad. Barcelona: 1996, p. 265.
(14) Editorial “Identidad Ladina.” Siglo Veintiuno. Suplemento IXIMULEW.
23-VII-1997.
(15) A este respecto vea los artículos “Qué vivan los Ladinos” (Siglo Veintiuno, 24-II-97), “Ái vienen los ladinos” (Siglo Veintiuno, 14-V- 97), ambos de Mario Roberto Morales.
(16) Geertz, Cliford. The Interpretation of Cultures. Basic Books: New York, 1973.
(17) Asturias, Linda de B. “El Reto de la Interculturalidad.” .” Siglo Veintiuno. Suplemento IXIMULEW. 2-III-1997, p. 5.
(18) Ochoa, Carlos y Esquit, Edgar. El Orden Jurídico del Pueblo Maya. CECMA, Guatemala: 1995.